lunes, noviembre 27, 2006

DEMOCRACIA DE COMPETENCIA ENTRE PARTIDOS Y EL ESTADO DE BIENESTAR KEYNESIANO. FACTORES DE ESTABILIDAD Y DE ORGANIZACION


C. OFFE., PARTIDOS POLITICOS Y NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Offe parte de la convergencia de que tanto en la concepción marxista, como en la liberal, se mostró un convencimiento pleno de que en sus respectivas sociedades eran del todo incompatibles el capitalismo y la democracia plena. A esta deducción, lógicamente te llega planteamientos opuestos pero lo que no podemos dejar de lado es la evidencia en cierto modo es problemática al tener nosotros que explicar la coexistencia de ambos principios parciales de organización social. Para ello debemos conocer:
a. Qué disposiciones y mecanismos institucionales pueden considerarse responsables de la forma de coexistencia que ha demostrado ser estable pese a los anteriores pronósticos.
b. Cuáles son los límites de tales disposiciones. Estos limites son los puntos en que, o bien las sociedades capitalistas se vuelven no democráticas, o bien los regimenes democráticos se vuelven no capitalistas.
Por tanto existe una cierta tensión real entre ambos principios de organización del poder social y político, aunque esto no es aceptado por todos, un ejemplo de ello sería Lenin, o algunos ideólogos de la teoría elitista de la democracia que hablaron de la distorsión recíproca. Así mientras el primero hablo de la dependencia total en que están las formas y procedimientos democráticos bajo la dominación de clase, la segunda postula, la independencia del poder político de clase y constituido democráticamente. Pero la cuestión que pretendemos abordar es, ¿qué instituciones y mecanismos regula la extensión a partir de la que dejan de ser ambos compatibles en una sociedad dada?, y ¿cuáles son los límites de tal incompatibilidad potencial?.

Offe mantiene que la incompatibilidad entre capitalismo y democracia, ha surgido históricamente debido a la aparición y desarrollo de:
a.Los partidos políticos de masas y de su desarrollo
b.El estado de Bienestar keynesiano
Es decir, que lo que es compatible con la economía capitalista es una versión especifica de democracia, y por ende, lo que es compatible con la democracia es un tipo particular de capitalismo.

Se pasa ahora en el texto a analizar uno por uno los dos enlaces de mediación entre Estado y sociedad civil; el primero de ellos es la forma en que las características estructurales de los partidos y del Estado de Bienestar keynesiano, contribuyen a la compatibilidad entre el capitalismo y la política democrática de masas; y el segundo los cambios y tendencias que tienen lugar tanto en la “economía mixta” como en la “política mixta”.

Pasando a la primera cuestión, esto es, la estabilización por medio de la democracia de competencia entre partidos. Así en la primera década del siglo XX, los sectores burgueses, veían en la instauración del sufragio universal la transformación revolucionaria del Estado, mediante el poder de la clase obrera. Esas mismas esperanzas pero a la inversa se veían reflejadas en los dirigente de la Segunda Internacional. Así Weber esperaba que el partido político burocratizado con el líder político carismático y demagógico a la cabeza constituiría un bastión seguro de la contención de lo que él denominaba la “rabia ciega de las masas”. Robert Michels, por su parte, formula en 1911 la “ley de hierro de la oligarquía”, donde se observa que las tendencias empíricas de las organizaciones se transforma en la proclamación de una necesidad histórica inexorable. Rosa Luxemburgo solo divergía en su análisis en la valoración inversa de la perspectiva pero no en su contenido analítico. Pero en todos ellos y a pesar de la diferencia de sus planteamientos podemos encontrar un elemento común por el cual, cuando se organiza la participación política de masas mediante una organización burocrática a gran escala, la misma dinámica de esta forma organizativa, frena, pervierte y obstruye el interés de clase y la política de clase de forma que conduce al oportunismo (Luxemburgo), a la oligarquía (Michels), o a la sumisión irremediable del líder carismático y su uso demagógico por parte de la maquina burocrática del partido (Weber).
En el fondo de todo esto, está que cuando se expresa la voluntad común a través de los instrumentos del partido competitivo, se deja de expresar la voluntad popular para ser un artefacto que cobra la forma y desarrolla una dinámica de acuerdo con los imperativos de la competencia política. Esto es muy importante porque genera tres efectos principales:
1. Perdida de radicalismo en la ideología del partido. Esto significa a su vez dos cosas:
1.1. Maximalizar los votos atrayendo al máximo numero posible de votantes
1.2. Estar preparado para entrar en coaliciones con otros partidos.
El resultado común es la disolución de cualquier propósito político coherente, dando prioridad a lo que puede ponerse en práctica en cualquier momento y con los recursos con que ya se cuenta, descartando por tanto, proyectos no realistas a corte plazo. Este objetivo es estar permanentemente en el mercado político, todo ello genera una burocratización interna que se plasma, entre otros, en las siguientes tareas: recogida de recursos materiales y humanos, reparto de propaganda e información sobre la posición del partido en un gran numero de temas políticos, el tratamiento de los conflictos internos, etc.
El proceso de burocratización interna tiene dos rasgos importantes; el primero, es que la composición de las elites del partido difiere en gran medida de la de la base social de la población y por tanto de su base electoral. El segundo rasgo es que de la profesionalización de la política resulta la dominación política por parte de los profesionales y ejecutivos del partido.
2. Desactivación de los miembros de base. Todo partido competitivo debe dar la imagen de unanimidad y consenso por tanto cualquier discrepancia de alguno de sus miembros es un signo de debilidad frente al contrario. Así no solo no se fomenta la división interior sino que se mantiene bajo estrecho control.
3. Creciente heterogeneidad estructural y cultural entre quienes apoyan el moderno partido “asume-todo”. Así se produce una diversificación del producto para tratar de interesar a la mayor cantidad de gente posible.
Cada uno de estos tres factores a resultado ser de contención del alcance de las luchas políticas hasta el punto no desviarse de la estructura del poder socioeconómico para así poder ser compatible con la distribución del poder. Esta dinámica del partido como forma organizativa genera unas restricciones imponiendo el proceso político de las “no decisiones”, que juntas hacen la democracia segura para el capitalismo, esto afecta tanto al contenido de la política como a sus medios para la resolución de conflictos.
La cuestión que cabe plantearse ahora es si el lazo institucional que ha permitido coexistir al capitalismo y la democracia, es previsible que continúe permitiéndolo en el futuro. Offe nos presenta dos respuestas a la cuestión. La primera seria esperar a la aparición de partidos políticos capaces de abolir las restricciones y obstáculos, desafiando al poder de clase por medio del poder constituido políticamente. La segunda consistiría en la desintegración del partido político como forma dominante de la representación democrática de las masas y su sustitución gradual por otras formas que posiblemente sean menos indicada que la competencia entre partidos para usar consecuentemente el poder del Estado.

Offe apunta a tres factores como causantes del declive del sistema de partido que paso a detallar a continuación:
1. Aparición de nuevos movimientos sociales surgidos durante los años setenta, difíciles de absorber entre los partidos. El denominador común de su acción es un cierto sentido de identidad colectiva, además no exigen representación sino autonomía. Los tres casos mas señalados de este tipo de organizaciones son el movimiento por la paz, el movimiento por la defensa del medio ambiente y varios movimientos centrados en los derechos humanos.
2. Proceso de desparlamentización de la política publica, con la consiguiente sustitución de formas territoriales de representación por formas funcionales. Ejemplo de ello son los acuerdos corporativos.
3. Represión política y la transformación gradual de la democracia en una cierta forma de autoritarismo, esto es, que el Estado cada vez más se apoya en medios de represión preventiva y correctiva.

Offe pasa a argumentar que de ser correctas sus dos afirmaciones, la primera donde se de realmente el proceso de sustitución del papel y de las funciones políticas del sistema de competencia entre partidos, y la segunda de que la forma organizativa del partido juega un papel crucial al hacer posible la democracia con el capitalismo, entonces es posible que el declive de sistemas de partidos de paso a el surgimiento de nuevas practicas políticas de las que podría resultar el potencia con el que desafiar y superar los supuestos institucionales de la forma capitalista de organización social y económica.

El segundo fundamento de la tesis de Offe, a cerca de la coexistencia entre capitalismo y democracia, gira en torno al Estado de Bienestar keynesiano y su desaparición. El conjunto de instituciones y actuaciones a las que se refiere este modelo se viene desarrollando desde la 2º Guerra Mundial y que afronto su crisis a mediados de los setenta por el precio del petróleo, el final de la distensión y la llegada al poder de Thatcher y Reagan.
La existencia de esta institución ha favorecido a la compatibilidad entre capitalismo y democracia, así lo que paso a cuestionarse en los conflictos de clase ya no era el modo de producción sino el volumen a distribuir. Además existía un consenso en lo referente a las prioridades fundamentales. Todo ello tenia su base en la teoría económica de Keynes, cuya lección era que la economía capitalista era un juego de suma de puestas.
La función primaria del Estado del Bienestar es cubrir los riesgos a los que están expuestos los trabajadores asalariados y sus familias en la sociedad capitalista, pero además, se producen efectos indirectos que sirven también a la clase capitalista. Así puede afirmarse que el Estado del Bienestar debilita las razones del conflicto social haciendo mas aceptable la situación del trabajo asalariado al eliminar la parte de riesgos que conlleva. Por tanto el Estado del Bienestar extrae del marco de la lucha de clases, parte de las necesidades de la clase obrera, poniendo los medios para satisfacer sus necesidades mas colectivamente. Todo ello constata que el Estado del Bienestar, genera un grado de interés mutuo entre las clases evitando los problemas y conflictos fundamentales sobre la naturaleza de la economía política.
Pero para Offe, aunque el Estado del Bienestar keynesiano es un excelente instrumento para controlar algunos problemas socioeconómicos no es capaz de resolverlos todos. En concreto serian dos tipos de problemas los que no resuelve, lo de producción/explotación y el problema de la demanda efectiva/realización. Entre ambos hay una relación inversa: cuanto mas eficazmente te resuelve uno de los dos, más dominante y urgente te vuelve el otro.
El objetivo estratégico de la política económica keynesiana es la promoción del crecimiento y del pleno empleo, mientras que el propósito del Estado del Bienestar es la protección de aquellos afectados por los riesgos de la sociedad industrial instaurando un cierto grado de igualdad social; pero esto, sólo es factible en la medida en que tiene éxito la primera medida, ya que el efecto combinado de ambas estrategias han sido altas cotas de desempleo e inflación.
Ha habido acusaciones hacia el Estado del Bienestar no solo desde una óptica económica conservadora sino también desde las teorías de las izquierdas. A este respecto Offe se refiere a una versión especial de una ley que los sociólogos denominan el “teorema de Thomas”, por la cual, lo que está realmente en las cabezas y es percibido por la gente tiene consecuencias reales.
Partiendo de otro grupo de argumentos, según Offe, el Estado del Bienestar keynesiano ha llegado al punto de su agotamiento definitivo es debido principalmente a dos causas internas. La primera es los protagonistas económicos no integren en sus cálculos racionales la intervención estatal ya que espera siempre una actuación del Estado que les beneficie. La otra causa es que los limites del tipo de intervención burocrática-legal, monetarizado y profesional. Y es que esta forma de intervención subvierte la capacidad del cliente de ayudarse a sí mismo, además quienes dan este servicio tienen interés en que persistan continuamente.
Por estas razones, el Estado del Bienestar keynesiano parece haber agotado en gran medida su potencial y viabilidad, además no hay optimismo en cuanto a su expansión ya que ni las fuerzas que operan en el mercado ni la dinámica de la innovación tecnológica están por la labor. además, porque no puede ser manipulado con las herramientas tradicionales del keynesianismo. Y en tercer lugar, porque incluso aunque pueda darse la expansión se ha de considerar si es deseable el esfuerzo que supone.

A modo de conclusión, hemos visto que los dos mecanismos institucionales por los que se sostiene la compatibilidad entre economía capitalista y democracia de masas , se encuentran sometidos a tiran teces de gran magnitud sin precedentes.
Una hipótesis plausible de ello es que al pasar de una economía de crecimiento a una de “suma cero”, los mecanismos institucionales se ven sometidos a presiones. Para describir estas tensiones usamos el modelo conceptual de “capitalismo organizado”, y las planteamos como amenazas de desorganización que surgen en dos niveles. Primero en el nivel de las reglas de juego ínter organizacionales y en segundo lugar en el nivel de la organización de los protagonistas colectivos. Así el interés de cada participante se centra en mantener las reglas de interacción y negociación establecidas.
El segundo tipo de desorganización resulta del estancamiento de las relaciones internas a la organización de los actores colectivos como sindicatos, partidos, etc. Estas organizaciones se basan en que los logros conseguidos gracias a la acción colectiva se han de conseguir a expensas de terceros y no a expensas de grupos de miembros y a favor de otros grupos de miembros. Así en cuanto se frustra esta expectativa solidaria, se cuestiona la representatividad de la organización y se sugieren a si mismos modos de actuación colectiva.
Entonces, quiere decir todo esto ¿qué se ha vuelvo a una situación que confirma las concepciones convergentes entre marxistas y liberales en la paradoja de la democracia de masas y la libertad económica?. Según Offe, sí y no. Sí ya que se espera que haya un aumento de conflictos sociales y políticos sin mediación institucional, que no resolverán los partidos o mecanismos de representación similares. Y no, porque son estrictos los límites de la analogía entre las dinámicas del capitalismo tardío y temprano.
Sin embargo, los resultados del conflicto político pueden implicar cambios importantes en las esferas política y económica de la sociedad, cambios que eran inconcebibles hace un relativo periodo de tiempo.

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"La vida, la libertad y la propiedad no existen por razón de leyes hechas por el hombre. Por el contrario, el hecho es que la vida, la libertad y la propiedad existen con anterioridad a aquello que hizo a los hombres hacer leyes por primera vez"
Frederic Bastiat